Vivir frente a un parque es apreciado por cada miembro de una familia en todos los niveles socio-económicos, todas las edades y géneros. Esto es debido a que las áreas verdes, no solo son los pulmones de la ciudad cuando están debidamente cuidados por las Municipalidades (mantenimiento, iluminación, seguridad, vigilancia y una adecuada gestión de actividades culturales, recreación, deportivas, etc), sino que las familias sienten que al vivir frente a un parque incorporan un espacio más a sus viviendas, además de agregarle una mejor vista a estas. Manteniéndose esta preferencia décadas atrás.
Según Arellano, los principales demandantes de viviendas, los sofisticados que representa el 10%, los progresistas el 21% y los modernos con el 31% demandan atributos que nos brindan un parque, exclusividad y tranquilidad.
Y es que por más que las familias tienden a ser menos numerosas, pero tienden a tener mascotas, presentan estilos de vida diferenciados. En ese sentido, todas las urbanizaciones con vocación residencial cuentan con una o varias zonas verdes y con una o dos de ellas destacables y de gran atractivo. La idea es que siempre esté a la mano un espacio verde para pasear, reposar o hacer deporte.
En general la población peruana es joven donde el 28% tiene entre 24 y 34 años y otro 19.4% se encuentra en un rango de edad de 35 a 49 años.
Entre los atributos de mayor valoración al momento de adquirir una vivienda, junto al precio, tamaño y distribución está la cercanía o ubicación frente a parque debido a los cambios en los estilos de vida y porque reconocemos íntimamente los beneficios que para nuestra psiquis significa estar en contacto directo con la naturaleza: los olores, sonidos y luz proveniente de los jardines y áreas verdes nos ayudan a liberarnos del estrés que nos produce nuestro intenso ritmo citadino.